En la calle que va desde el Mercado Central hasta Santo Arcangelo hay un mendigo que se sienta en un bordillo, enjuto, atezado, canoso, con chaqueta y sombrero negros. De su camisa abierta asoma un bulto de carne enorme que el vagabundo mece en el regazo, un melón bajo la piel, un hermano parásito que … Sigue leyendo